Una hora de regalo

Pues esta mañana, decía, he llegado, como se suele decir, con el tiempo pegao ar culo. El tiempo justo para sentarme frente al ordenador, encenderlo y prepararme. Por lo general, cuando a alguien se le olvida firmar a la entrada, (o llega tarde y no puede hacerlo), siempre hay algún coordinador que se encarga de traerte la "parrilla" para que firmes, pero esta mañana, para mí, no ha sido así.
Como cada hora tengo un descanso de cinco minutos, al acabar mi primera hora de trabajo, fui a firmar. Al coger el papel preparado para tal efecto, de repente, veo que mi nombre no estaba allí. Me dirigí a una coordinadora que había cerca y se lo comuniqué. Lo primero que noté fue que me miró con cara de "¡anda quééééé...!" Lo siguiente fue acercarse a su ordenador y comprobar su base de datos. En ese lapso de tiempo tuve un flash, una inspiración, así que fui rápidamente a mi sitio y saqué de mi macuto mi horario del mes.
Efectivamente, lo que la coordinadora sospechaba era realidad: estaba en mi día de descanso. Cuando me acerqué de nuevo a ella, ya había comprobado lo mismo que yo en su ordenador, así que me dijo lo que antes sus ojos habían mostrado: "¡anda quééééé...!"
Por supuesto, antes de irme, ya había servido de mofa a una parte de mis compañeros, informados puntualmente por la coordinadora, que había decidido hacer pública mi metedura de pata. Eso sí, yo me defendí diciéndoles que les había librado de, al menos, tres broncas de clientes que me había tragado. Por supuesto, me lo agradecieron.
Así que aquí estoy: esta mañana le he regalado una hora a mi empresa. Qué le vamos a hacer. Para desagraviar, al volver a casa, me he enfundado mi ropa ciclista y he quemado calorías durante una horita. Y ahora, porque mañana también descanso, me siento, ya entrada la madrugada, delante del odenador para contaros ésto, que no todo va a ser serio y profundo.
Comentarios
Besos