Belleza

He estado varios días pensando en cuál sería la primera entrada del regreso, pero el sábado pasado disipé todas las dudas. Porque el sábado pasado estuve con toda mi familia en Pozoalbero, la casa de retiros que el Opus Dei tiene en Jerez de la Frontera (Cádiz).
Allí han trasladado a mi hermana este año, a formar parte de la Administración, las mujeres de la Obra que se encargan de la casa; las que hacen que todo esté perfecto, limpio, acogedor, agradable; en definitiva, que aquéllo sea precisamente éso: una Casa. Y fuimos a hacerle una visita.
¿Y qué tiene que ver todo ésto con el título de la entrada? Pues muy sencillo: en Pozoalbero pudimos conocer a gran parte de las mujeres de la Administración, y pude comprobar (de nuevo) que la Santidad (la lucha por conseguirla, más bien) hace bellas a las personas. Bellas en el más amplio y global sentido de la palabra.
Las mujeres que pude ver allí entre fogones, en sus quehaceres diarios, de un lado a otro, todas, despedían esa Belleza (lo pongo adrede en mayúsculas). Dicen que de la abundancia del corazón hablan los ojos, y todos los ojos que vi allí eran unos ojos limpios, cristalinos, FELICES, BELLOS.
Qué equivocados estamos cuando nos ponemos a dieta, cuando nos machacamos en el gimnasio, cuando nos embadurnamos en cremas, potingues y mejunges, cuando nos operamos tal o cual cosa... qué equivocados estamos.
La belleza, la Verdadera Belleza, sólo se consigue siendo fieles a nuestro camino, luchando por ser cada día mejores, sin conformarnos, pero con la Meta muy clara, tratando de hacer felices a los demás sin importarnos lo que nos cueste... Ésa es la Belleza que queda a lo largo de los años, la que brilla cuando el cuerpo se va ajando y no sirven esos remedios mundanos a los que nos aferramos. Ésa es la Belleza. Y esa belleza interior, lo puedo asegurar, también nos hace bellos por fuera.
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Un honor, un incentivo y una responsabilidad teneros a todas por aquí...