Cuando no puedas alabar...

Hace bastante tiempo alguien me contó una historia sobre una mujer mayor que se me quedó grabada a fuego.

Contaban que aquella señora nunca hablaba mal de nadie. Era capaz de ver sólo sus virtudes hasta al más ruin de los humanos. En la ciudad había un hombre al que todos temían y odiaban a la vez. Un hombre sin escrúpulos, mezquino, avaro, que no dudaba en destruír a cualquiera para su propio beneficio. Sin familia, sin amigos, nadie parecía albergar un mínimo buen sentimiento hacia él. Vivía solo. Cuando murió todos respiraron, nadie le lloró. Eran conscientes de que la mayoría de sus problemas desaparecían con él.

Cuando fueron a dar la noticia a aquella señora, sabían que ni siquiera ella sería capaz de ver algo bueno en la vida de aquel hombre. Pero cuando se lo dijeron, ella exclamó: "Es una pena. Pasaba todas las mañanas por debajo de mi ventana de camino hacia su despacho, paseando. ¡Y silbaba tan bien...!"

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Qué buena anécdota. Seguro que sabes más.

Gracias