Revólver y 21 gramos de música


No soy crítico musical, Dios me libre. Sólo escucho la música que me gusta; nada de modas ni de lo que marcan las discográficas (que deberían quebrar todas..., o casi). Escucho los grupos y los músicos que me caen bien, por lo general; algunos, simplemente porque me gusta oírlos, y otros por motivos un poco ajenos a la música que me callo porque pueden sonar ridículos aunque a mí me valgan...

A Carlos Goñi, ya lo he dicho alguna vez, le oigo porque me gusta su música, la entiendo; él me cae bien (no le conozco, pero..., ya me entendéis), y además me parece un tío honesto. Tengo todos sus discos, y éste último, 21 gramos, no iba a ser menos.

En principio no me gustaba el título del disco: estoy algo cansado de la manía tan mundana de querer medirlo todo. ¿A qué científico borracho o a qué mente pensante pasada de sustancias ilegales se le ocurriría semejante estupidez? "El alma humana pesa 21 gramos". ¡Venga ya!

Pero tengo que reconocer que Carlos Goñi le ha puesto poesía a la estupidez. Supongo que lo ha titulado así porque dice que es su disco más personal (claro que todos los músicos dicen lo mismo de sus últimas creaciones). Sí es cierto que las letras son más generales, más como un relato de cualquier escritor hispanoamericano, donde el objetivo se abre para poder ver más el paisaje y menos los detalles.

Últimamente, cuando mis artistas favoritos (léase Mark Knopfler y Carlos Goñi) dicen que sus trabajos son más personales, coinciden en que son trabajos más relajados. Más para escuchar tranquilamente, sentados frente a la ventana o como telón de fondo mientras hacemos otras cosas. Pero cuando se les presta atención, hay poesía.

En la canción que da título al disco, Carlos habla de sí mismo, desde el punto de vista de la lejanía, de los años; como haciendo un resumen de lo que ha vivido y de lo que le queda por vivir, con la experiencia del tiempo, por eso dice que si la vida se viste de largo y me invita a su fiesta, yo me parto la espalda por ella y por verla reír. Si mi alma se larga y me deja en la calle desierta, 21 gramos de más en el aire y de menos en mí.

Pero también en la misma canción es capaz de escribir esos versos románticos que sólo él sabe escribir, y además hacer alguna declaración de intenciones sobre su forma de ver las cosas; algo que hace en todos sus discos: No hay razones para no partirme el pecho por la mujer que me espera y que duerme junto a mí. No hay razones para borrar mis heridas, buenas, malas, pero mías, mientras que yo siga aquí. (Y la declaración de intenciones): Orgulloso de no repartir sonrisas, aunque vinieran mal dadas, a quien no me hizo reír; de disfrutar lo que tengo y no ahogarme con lamentos por aquello que perdí. Creo que todo se resume en estos versos.

Lo demás, un disco que se me hace corto cuando lo oigo; un disco sincero, como todos, con un rock pausado, mezclado con toques latinos, mexicanos sobre todo, y con el que disfruto desde el primer día.

Podría escribir mucho sobre cada canción de este disco, pero me quedo con el mensaje de una en concreto: Todos somos capitanes, que dice ésto: "Cuando no tenía claro a qué puerto dirigirme cualquier viento que soplara nunca era a mi favor. Cuando el mar se muestra en calma todos somos capitanes, pero cuando se agiganta nadie se agarra al timón." Lo dicho: "señor Goñi, para mis cortas entendederas, lo ha clavao".

Comentarios

La Dama Zahorí ha dicho que…
Magnífico post, Juanma, y veo que compartes prácticamente las mismas opiniones que yo respecto al disco. A mí "21 gramos" no me parecía un mal título, pero cuando oí la canción...joder...es tremenda, apabullante. Una gran canción que resume todo lo que ha sido su vida, personal y musicalmente hablando, un balance y un: "no se vayan todavía, amigos, que aún queda más"...

Magnífico el disco, me encanta.