Un relato inacabado...

Últimamente he estado ojeando escritos de hace años. Escritos propios, relatos, cuentos cortos... casi todos inconclusos o muy..., digamos tétricos o truculentos. Recuerdo que las pocas personas que han leído algunos de mis relatos me decían "en todos tus cuentos siempre acaba muriendo alguien"..., y es cierto.

Yo, que soy una persona optimista por naturaleza, escribía relatos en los que apenas había luz y la muerte siempre ganaba o era la única salida. No eran todos así, pero sí la mayoría. Quiero pensar que, en el fondo escribía de esa forma porque todo tiene remedio, menos la muerte, y la muerte lo remedia todo.

De repente he encontrado algo de seis páginas, por supuesto, inconcluso, pero al leerlo me ha seguido gustando, cosa que no me pasa con la mayoría de los relatos antiguos que he escrito y que releo al cabo del tiempo. Ése es el motivo de que me haya decidido a ponerlo aquí, en trozos, por supuesto, porque sería muy largo de poner entero..., para que lo juzguéis, si os apetece... Lo pondré en otro color, para que se distinga...

Fuera sigue lloviendo, como hace ya casi tres semanas. Apenas se puede ver gente en la calle aunque, a decir verdad, llevo bastantes días sin mirar siquiera por la ventana. El hastío de este cielo gris y pesado me ha inundado el ánimo, y apenas me apetece acercarme a un cristal para mirar afuera. ¿Para qué? Nada va a cambiar ya en esta maldita rutina que me acerca a la muerte como un avión cayendo en picado se acerca al suelo.

El sol se está difuminando poco a poco en mi cerebro, como los recuerdos cercanos.

Este piso se me hace cada vez más... odioso... No puedo soportar el reflejo de mi sombra sobre el suelo y las paredes, siguiéndome a todas partes; rompiendo mi soledad... y mi silencio. No puedo soportar la mirada de los retratos y las fotos; los cuadros que me recuerdan que una vez fui joven..., y feliz. No puedo soportarlo.

...Y fuera sigue lloviendo, como si en la paleta de colores de Dios se hubiesen gastado el color cielo, y el color sol , y el color luna y estrellas...

Este maldito tiempo sólo empeora mis dolores y mi carácter. Si al menos dejase de llover...

Ya ni siquiera escribo para distraerme, como hacía cuando era joven. La fama me atraía como el azúcar a las abejas. Quería ganar concursos: el Planeta, el Nadal, el Cervantes, el Púlitzer, el Nóbel... ¡Bah! Tonterías de juventud. Al final todo se queda en meros sueños. Como los charcos que ahora inundan la calle... O tal vez sea el sol el que desaparece con la lluvia, como si el agua lo borrase del lienzo del cielo.

Ahora sólo escribo para torturarme; para descubrir que estoy solo; para gritarme que el tiempo me está aplastando la vida; para seguir hundiéndome, como la ciudad bajo esta maldita lluvia...

Comentarios

La Dama Zahorí ha dicho que…
Solo he leído la introducción. Voy a esperar a que publiques todas las partes del relato, para leerlo del tirón y entonces te cuento...

Es una suerte que te siga gustando lo que escribes después de tanto tiempo. A mí me pasa eso muy muy poquitas veces, por no decir casi ninguna, siempre estoy cambiando cosas, y es por eso que no consigo terminar nada.

También es una suerte que seas optimista, y como bien indicas, la muerte no siempre tiene que ser negativa, a veces es el único remedio, la única salida.

Besos

P.D. Tengo pendiente escribir un post detallado sobre "21 gramos", pero a ver cuándo... ¿Te animas tú también a escribir uno? Así compartimos impresiones.
Juanma Suárez ha dicho que…
Laura, gracias por estar por aquí.

Tienes razón en que es agradable que te guste lo que escribiste hace muchos años. A mí me pasa como a ti: casi nunca me gusta o pienso que podría haberlo hecho mejor.

Hace bastante tiempo que no me siento a escribir algo en serio, pero tengo en proyecto algo infantil (que desde hace muchísimos años es una espinita que tengo clavada). Algunas "semillas" hay en mi blog de La Isla Lula (tialula.blogspot.com), aunque aún ando dándole forma a todo. Como suelo decirle a mis amigos: poco a poco.

En cuanto a lo de "21 gramos", recojo el guante. Cuando termine con lo del relato me pongo a ello. Sólo un apunte: desde que lo compré el pasado miércoles, es lo único que oigo.